18.3.15

Recuerdo




La constancia que me dejó tu esencia
marchita
y golpea incesante
con sus bastones de risa
mi cordura
y el espacio en que a veces me traiciona
la memoria.

¿Dónde te fuiste?
¿En qué lugar depositaste mis ansias
lejanas de tu goce...
ajenas a tu impulso?

Si quedaron solos mis sueños
entonces excúsate ante mis ángeles
quienes velaron en la ceguera de tu camino
en el punto muerto de la esperanza que te regalé.

¿Es que has sido poco serio con mis cantos?
Jamás quise regalarte jardines
y tu corazón me los pidió.
Y cediendo como animal fiel,
como seda que te cubre,
sanando tu piel,
me incliné hacia tu asombro
y pude contarle en secreto
al sol y los atardeceres
acerca de tu belleza y tus maldades.

Cayendo como tonta enamorada
surgió una mujer en mí:
la que te buscó
la que te cuido.
Y fue en esa esencia de mi hambre
que te perdí
y la noche se hizo oscura
porque faltaron fuerzas para trepar por tu magia.

Que se quede solo mi cuerpo;
que descansen mis mares.
La tempestad ha pasado
y al pensar
en lo abandonado,
renacen las piedras en que me cobijé.

Parte, amor nunca mío.
Seré siempre canto en otras tierras
de nuestra historia encubierta.
Del honesto hechizo que pasó
a ser un dejo de flores
en el paraíso.


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