22.11.11

Me miras con ojos cansados, más viejo y más niño que nunca, todo a la vez.
Intuyo que tu boca deja escapar un leve adiós, que es tapado por los ruidos de esta ciudad frenética. 
Ya no se para el mundo cuando corres hacia mí. Ya no, ya nunca más

Los sonidos, la luz, la intensidad y la gente no frena en seco, ni siquiera escucha, ni siquiera lo han oído. 
Nadie ha apreciado el temblor sísmico, seguido del crujido desgarrador, que han emitido nuestras almas al separarse, ya para siempre.

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