Vives momentos con personas. Y no sabes si para ellas significan lo mismo que para ti. Al poco, tras un intenso monólogo interior, te resignas y aceptas para ti mismo que nunca llegarás a conocer su interior: sus sentimientos.
Un buen día, cuando la vida ya ha rodado mucho y ha expulsado los acontecimientos a la fosa donde caen los recuerdos, te encuentras con alguien a la vuelta de la última esquina. Y te confiesa todo lo que fue.
Nunca en el momento.
Más tarde, cuando ya se siente el efecto del sedimento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario